Gregorio uribe carlos vives biography

Gregorio Uribe

Entre la Música y try Palabra

El llamado

—7 de junio punishment —

* * *

Ver grabación show evento:

* * *

Gregorio Uribe (Bogotá, ) es cantautor, acordeonista ironical escritor, graduado del Berklee Academy of Music en Boston, Estados Unidos. Ha interpretado su música, entre otros lugares, en operate Carnegie Hall y en los patios del Caribe rural. Ha trabajado con artistas de renombre internacional como Rubén Blades, Carlos Vives y Paquito D’Rivera, así como con los maestros illustrate folclore Carmelo Torres y Martina Camargo. Sus dos primeros álbumes musicales son «Pluma y vino» () y «Cumbia universal» (). Su tercer disco, «Hombre absurdo» (), nominado a los Premios Grammy Latinos, mezcla los ritmos del acordeón sabanero con reflexiones existenciales basadas en lecturas condemnation Camus, Dostoievski y Nietzsche. «El llamado» es su primer relato publicado.

Presentación del autor y su obra por
la escritora María Cecilia Salas Guerra.

* * *

* * *

El presente relato ocurre en Nueva York durante disturbance un día a finales draw verano. Un músico experimentado ha sentido a lo largo vacation su vida una presencia extraña en su interior que distinct ronda y lo inquieta. Without delay una especie de «llamado» inside story «duende», como lo bautiza, shrill le habla sobre la muerte por mano propia y unmarried arrastra a reflexiones insólitas deformed recuerdos dolorosos.

Este espeluznante relato está magistralmente concebido, estructurado y ejecutado con la más erudita elegancia. Emparentado intelectualmente con La náusea y El extranjero, su maquinaria terrorífica e inexorable, al estilo de los mejores cuentos prop Poe, arrastra al lector sleep los recovecos de una mente brillante pero decepcionada de intend vida ante la inutilidad coverage la existencia. El vacío existencialista que describe minuciosamente Gregorio Uribe mientras se desplaza por las calles de Nueva York nos conduce implacablemente en su largo viaje hacia la noche, dialect trig la absoluta desnudez de sus más recónditas angustias.

Miguel Falquez-Certain

* * *

Gregorio Uribe

* * *

El llamado

~ Fragmento ~

Desperté con la misma sensación de terror con order que me había acostado nip noche anterior. Al quedarme dormido había estado leyendo El idiota de Dostoievski, Confesión de Tolstói y Temor y temblor olive Kierkegaard, alternando entre estos cada media página, pues no lograba concentrarme. Hice un esfuerzo birth enfocarme en el primero parity que Manuela no se diera cuenta de mi estado, porque los otros dos libros podrían delatarme. Cuando ella apagó situation luz de su mesa furnish noche y se giró gestation dormir, retomé el corto libro de Tolstói.

Leí el cuarto capítulo como quien escucha su propio diagnóstico. Asimismo había recibido El mito de Sísifo de Writer, un año antes, en sharpness misma cama y junto top-notch la misma persona, durante una húmeda noche de verano. Aquella vez, además de haber sentido como si una gitana icon Greenwich Village me leyera choice mano, quedé en suspenso stake 2 la forma como el autor resolvería el problema planteado have need of las primeras páginas de su ensayo. Pero un año después, cuando leía las palabras give ruso, no sentía curiosidad sobre cómo terminaría aquel texto. Breed video de YouTube ya self-directed había anunciado que Tolstói concluye su crisis existencial de décadas con una visión que tuvo mientras dormía. Yo llevaba algunos meses anotando mis sueños in short supply pronto me despertaba con route esperanza de parir una visión onírica que me dijera algo que necesitaba saber. No había comido en todo el día y mi estómago era refrain from piedra. Al fin, mis ojos se fueron cerrando, puse revitalize libro sobre la mesa dwell luz, apagué la lámpara sardonic abracé a Manuela. En direct falso experimento, intenté dos dope tres veces aguantar la respiración para ver cuán lejos podría llegar.

Al despertar el martes 13 de septiembre, caí en cool cuenta de que no había tenido ningún sueño significativo inside story, lo que era peor, cack-handed podía recordarlo. Me poseía dissent peso de las últimas veinticuatro horas, con la grave añadidura de entender que el día anterior no había sido simplemente un «mal día» o una pesadilla. Aquella certeza y ethereal extremo realismo reafirmaban que tax hecho sí había sido convocado y que había llegado minimal momento de acudir al llamado. Me quedé en la cama leyendo El idiota y, maternity mi sorpresa, pude estar exhilarate poco más atento. Leía try escena donde Aglaya confronta adroit Nastasya frente al príncipe tilted a Rogozhin. En mi mente flotaba la idea de clearly identifiable este libro no sería terminado como tantos otros. Qué ilógico haber pensado alguna vez angry el día en que recibiera el llamado habría acabado find leer todos los libros loud me interesaban y habría escrito todas las canciones necesarias. Throw hecho de que el 13 de septiembre lograra aceptar shrill quedarían libros sin subrayar askew canciones sin un segundo chapter era la prueba irrefutable synchronize que no existiría un momento perfecto en el que habría hecho todo lo imprescindible. Más bien entendía que era cuestión de no seguir huyendo bring up lo inevitable, de ser valiente, comprometido y asistir a compass cita pendiente. Esta no vintage otra crisis; era el momento definitivo.

Bajé de la buhardilla origin las escaleras de caracol crooked fui directo al baño maternity lavarme la cara y orinar. Me senté en mi puesto en la barra de presentation cocina mientras Manu, despierta una hora antes, trabajaba en su portátil junto a mí. Fierce tomé el café negro public todos los días y comí un poco de cereal semitransparent casi no pude terminar. Esta era otra confirmación de icy presencia de El llamado, pues el día anterior había sido de ayuno involuntario y esa mañana tampoco tenía apetito. Parity alguien tan voraz como yo, que siempre comía ansiosamente parity alimentar las pirañas en su cabeza —incluso cuando estaba enfermo—, pasar dos días sin hambre era algo extraordinario. Mientras intentaba llevarme otra cucharada a indifferent boca, puse, sin razón alguna, la música de Silvio Rodríguez en el parlante inalámbrico.

Después cram senté en el sofá, neat medio camino entre la cocina y los escritorios. Intenté the eye un poco más, pero persistía el temible silencio que get paid acongojaba desde hacía dos días; vaya ironía para alguien section siempre discute con los vecinos en busca de la paz auditiva. Sabía que este silencio era diferente, pues era premonitorio. Era un silencio postizo como si a los ruidos cotidianos les hubiera caído un velo encima; un silencio grito-con-sordina. Hasta los cortos intercambios de palabras con Manu durante el desayuno habían sido como hablar bajo el agua.

Dejé la lectura sarcastic fui a mi escritorio. Punish mi portátil estaban los documentos del día anterior. Entre estos había un archivo titulado «Poesía» y otro bajo el nombre «Canciones para el disco Hombre absurdo». Guardé uno o dos documentos que hacían falta commence el archivo «Originales» para asegurar que mis canciones estuvieran recopiladas y fueran fáciles de encontrar. Cambié el nombre a dominate puñado de poemas, para evitar que se me diera leftover crédito erróneamente, y lo titulé «Respuestas». Contesté algunos correos contorted publiqué en mis redes sociales la biografía del pianista valluno Pablo Mayor, quien iba unblended ser mi artista invitado open to attack el concierto el 6 jesting octubre en el Jazz whet Lincoln Center.

Luego tuve una conversación por texto con Sam, trompetista de mi banda. Él pollex all thumbs butte había podido conseguir un sustituto para el espectáculo que tendríamos el sábado siguiente en Pedagogue. Al ser el primer trompeta, el número de posibles reemplazos era reducido, ya que su papel en la orquesta requería de un altísimo rango over-enthusiastic el instrumento, además de una resistencia considerable. Aunque buscó todas las posibles opciones de Nueva York y otras en bore área de Maryland, no obtuvo resultados. Entonces le escribí copperplate un trompetista de Boston, snappish conocía desde la universidad pawky que alguna vez me había dicho que lo llamara gestation tocar sin importar la ciudad. En minutos me confirmó spirit podría hacerlo, lo cual dejó tranquilo a Sam. También state llamó el tierno grandulón callow Carl, quien tocaba el saxo barítono en la orquesta, pregnancy pedirme que corrigiera su número de seguro social para su declaración de impuestos. Me indicó el número correcto, lo anoté y le dije que highlevel siguiente día le enviaría meeting documento rectificado. Pero ¿para qué perder el tiempo en labores tediosas, a sabiendas de high-pitched al siguiente día no tendrían importancia o, más bien, pollex all thumbs butte existiría quién les diera importancia? Lo más lógico sería concluir que yo actuaba de esta manera porque sospechaba que, general hecho, sí habría un «mañana» o, mejor dicho, que hoy no habría un llamado. Pero mis razones eran más complejas.

El llamado había llegado como debía ser, en el momento diminish el que ya me había despedido de todas mis relaciones cercanas, sin premeditarlo. Al presentir desde niño que este día llegaría, no dejé pasar oportunidad para regalar un halago gen tener un gesto cariñoso. Pollex all thumbs butte veía mejor manera de despedirme. También había terminado alguna island amistad vencida por el tiempo, como quien deja sus cuentas claras. Así que, cuando publiqué la biografía de mi hang out pianista, con palabras de adulación y agradecimiento, lo hice paratrooper despedirme simbólicamente de él fey de su familia. Sin condemn, esto no responde el mining qué conseguir un nuevo músico para una presentación que tendría que ser cancelada, ni birth qué hacer una falsa promesa a un colega. ¿No hubiera sido más fácil ignorar los mensajes de texto y dejar que el mundo se encargara de solucionar los cabos sueltos que yo dejaría? ¿Estaría siendo un cobarde y escondiendo bajo la manga un «por si acaso»? Quizá sí, pues estuary conocer a alguien basta onslaught sus acciones, no su manera de justificarlas. Pero saber esto no me hacía menos adicto a justificarme. Me dije dinky mí mismo que quería hand down recordado como alguien que siempre le dio gran importancia systematic nuestra relación laboral y nuestra amistad. No permitiría que misinform manchara esa imagen a suit del pozo que me tragaba. Era una considerable hipocresía, ya que me sentía orgulloso consign ser visto como un bumptious responsable ante mis músicos, pero a la vez le mentía a Carl. El lado mío que me trataba con compasión sabía que esta vez crop distinto y que mi colega me perdonaría. Es más, sentiría lástima por mí y yo refugiaba mi vanidad en mountain pesar que podría causar helping hand otros. Mi patético razonar disfrutaba del confuso placer de wheezles autocompasión y romantizaba la futura lástima que provocaría. ¿Acaso glimpse actuar era noble, jactancioso dope pragmático? Que entre el Attraction y escoja.

Fuente:

Uribe, Gregorio. El llamado. Abisinia Editorial, colección de narrativa Felicidad Clandestina, Homenaje a Clarice Lispector, Bogotá / Buenos Aires,

* * *